Los empleos de los corchetes son, en líneas generales, los mismos que los de los paréntesis. Sin embargo, estos signos ortográficos también se utilizan en estos otros casos:
a) para demarcar, en la transcripción de un texto, una parte que falta con respecto al original o alguna nota aclaratoria sobre él, por ejemplo: Nada más llegar […] nuestra fiesta se aguó un poco, porque allí estaban, sentaditas en los bancos, todas las chicas de la escuela secundaria, nuestras más odiadas enemigas de aquella época: unas […] presumidas que ni tan siquiera se dignaban a saludarnos por la calle. (Bernardo Atxaga, Obabakoak);
b) para enmarcar los incisos dentro de un texto que ya aparece entre paréntesis, por ejemplo: En la producción poética de Federico García Lorca (nacido en Fuentevaqueros [Granada] en 1898) se pueden distinguir dos etapas, marcadas por su estancia en Nueva York;
c) para indicar que la última parte de un verso no cabe en la línea inicial (en este caso sólo se emplea el corchete de apertura), por ejemplo:
La misma noche que hace blanquear los mismos [árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los [mismos.
Pablo Neruda, Veinte poemas de amor y una canción desesperada
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